Las pasiones, para mí, son ese susurro del alma que nos guía hacia lo que realmente nos llena, lo que nos conecta con lo más profundo de nuestro ser. A lo largo de mi vida, he aprendido que no se trata solo de encontrar algo que hacer, sino de encontrar lo que nos hace sentir vivos, lo que nos permite olvidarnos del tiempo, de las preocupaciones, y simplemente ser.
Cuando me detengo a pensar en mis propias pasiones, recuerdo los momentos en los que me sentía completamente inmersa en el presente. Mis pasatiempos siempre han sido mi refugio. Cuando dibujaba, por ejemplo, el simple acto de poner color sobre el papel me permitía entrar en un estado de fluidez, un espacio donde no había juicio, ni presión, solo creación. Esos momentos me ayudaron a conectar con mi esencia, y me mostraron lo poderoso que es dedicarse a algo que nos hace sentir en lugar de simplemente hacer.
Para mí, las pasiones son mucho más que una forma de pasar el tiempo. Son una oportunidad para ser plenamente nosotros mismos, para expresarnos sin miedos, sin limitaciones. A través de ellas, encontramos un espacio para la creatividad, la vulnerabilidad, y la verdadera conexión con lo que somos. Y aunque vivimos en un mundo que constantemente nos empuja a ser productivos, a lograr más, es importante recordar que la vida también se trata de disfrutar, de nutrir nuestra alma, de regalarle momentos a nuestro ser.
Lo que me ha quedado claro es que el tiempo dedicado a nuestras pasiones nunca es tiempo perdido. Puede que no nos dé un «resultado» tangible en el sentido convencional, pero nos proporciona algo mucho más valioso: un sentido de plenitud, de equilibrio, de autoconocimiento. Ya sea escribiendo, pintando, bailando, o simplemente estando presentes en una conversación, las pasiones son los momentos que nos recuerdan que somos humanos, y que nuestra existencia está hecha no solo de logros, sino de momentos que nos hacen sentir completos.
Por eso, me gusta pensar que las pasiones son puertas a una vida más rica, más auténtica. Nos invitan a ser más presentes, a sumergirnos en el aquí y ahora, y a recordar lo que realmente importa. A veces, la mejor manera de avanzar en la vida es justamente detenerse, y hacer algo que nos haga sentir vivos, algo que alimente nuestra alma, como una pausa en el torbellino del día a día.
Así que, para mí, las pasiones no son un lujo, son una necesidad. Son lo que nos recuerda que, más allá de los roles y responsabilidades que asumimos, somos seres humanos llenos de anhelos y necesidades de expresarnos. Y es en ese espacio donde realmente encontramos nuestra paz, nuestra autenticidad, y nuestra verdadera fuerza.
Saraha
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