Aunque las palabras nunca sean suficientes para expresar todo lo que siento, quiero compartir lo que vivo ahora, con la esperanza de que pueda resonar con alguien más.
Durante años, mi parte sensible estuvo cerrada, bloqueada. La vulnerabilidad no fue una opción para mí, especialmente después de mi última ruptura. Me prometí que nunca más abriría mi corazón, no solo en el amor, sino también en mis relaciones, en mi amistad. Porque sé lo que duele.
Pero, al reflexionar y meditar en este tiempo, me di cuenta de algo importante: la vulnerabilidad es el único camino hacia la autenticidad, hacia la verdadera conexión humana.
¿Qué significa para mí ser vulnerable? Es estar en apertura, es dejar de mostrar una versión perfecta y comenzar a ser honesta, mostrarme tal cual soy, sin miedo. Es aceptar mis luces y mis sombras, y entender que ambas partes me hacen quien soy.
Vulnerabilidad no solo es dar, también es recibir. Abrirse a la vida, a las personas, a lo que el universo tiene para ofrecer.
Hoy me encuentro en un punto crucial de mi vida, donde el camino que elijo es abrirme al mundo, compartir lo que he vivido, lo que soy, lo que sé. Lo hago desde la gratitud, porque compartir es un acto sagrado. Y lo más importante: desde el amor incondicional, sin esperar nada a cambio, solo siendo auténtica, alineada con mi esencia y con el corazón abierto.
Quizás te identificas con alguna de mis palabras. Si es así, quiero recordarte que la vulnerabilidad no es un signo de debilidad, sino de valentía. Abrirse al mundo, aunque duela, es el primer paso hacia la verdadera libertad y conexión. Yo decidí dar ese paso. Y si yo puedo hacerlo, tú también.
Saraha
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