Después de celebrar el cumpleaños de un gran amigo y verlo soplar la vela, me vinieron recuerdos…
Esa emoción antes de pedir un deseo, la ilusión de recibir un regalo. Hice tantos experimentos: deseos en Año Nuevo, deseos al ver una estrella fugaz, deseos en cada cumpleaños, etc. Pero con el tiempo me di cuenta de algo curioso: o no recordaba lo que había pedido o nunca se cumplía. Y con eso, viví con la frustración por mucho tiempo. Hasta que un día simplemente dejé de pedir deseos.
Osho dice que el deseo es una proyección al futuro, un aplazamiento de la felicidad. Y en algún momento entendí que la felicidad no llega cuando obtienes algo o alcanzas un objetivo.
La felicidad, para mí, es un estado del ser.
Es despertar con una sonrisa.
Caminar y, sin darme cuenta, empezar a cantar.
Bailar antes de dormir, solo porque sí.
No deseo nada. Solo vivo. Y en ese vivir, lo que es para mí llega sin pedirlo.
¿Cuántos deseos has pedido que realmente recuerdes?
Saraha
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