Hay relaciones que no llegan a florecer, pero nos marcan como si lo hubieran hecho.
Personas que apenas conocemos, pero tocan algo muy profundo dentro de nosotras.
A veces basta una mirada, una conversación honesta o un silencio compartido para activar un remolino de emociones que nos sacuden, nos ilusionan y, sin darnos cuenta, nos dejan colgadas de una historia que solo existe en nuestra mente.
Y es que sí…
El corazón es poderoso. Pero la mente también.
Y cuando hay heridas sin sanar, proyecciones sin ver y deseos no expresados, podemos perdernos fácilmente en lo que creemos que está pasando… cuando en realidad solo estamos reviviendo viejas películas con nuevos protagonistas.
Por eso este blog no viene a darte respuestas, sino una brújula interna.
Una guía para discernir entre:
• Lo que SIENTES
• Lo que estás PROYECTANDO
• Y lo que realmente HAY entre tú y esa persona
Porque no es lo mismo sentir una conexión real con alguien… que sentir una conexión contigo misma en presencia de alguien.
Cómo saber si te estás perdiendo en la historia
Hay señales sutiles pero claras.
Aquí algunas:
• Sientes que «te entiende como nadie» aunque apenas se conozcan.
• Fantaseas más de lo que vives.
• Justificas sus silencios, su distancia, su falta de claridad.
• Te quedas esperando, revisando cada mensaje, analizando cada gesto.
• Sientes que si no responde como esperas, algo en ti se rompe.
• Te duele más la incertidumbre que su ausencia.
Cuando esto pasa, es muy probable que estés más enganchada a la historia que a la persona.
Y eso no es amor. Es necesidad disfrazada de romance.
Es carencia buscando completarse.
El arte de discernir
Discernir es un acto de amor propio.
Es preguntarte con honestidad:
• ¿Qué siento realmente cuando estoy con esta persona?
• ¿Cómo me trata? ¿Hay coherencia entre lo que dice y lo que hace?
• ¿Qué partes de mí despierta? ¿Desde dónde me relaciono: desde la abundancia o desde la falta?
• ¿Estoy proyectando mis deseos, mi herida de abandono, mi necesidad de conexión?
• ¿Estoy viendo al otro tal como es o como me gustaría que fuera?
Y aquí una clave poderosa:
¿Cómo me siento cuando NO estoy con esta persona?
Si te sientes vacía, ansiosa, confundida, con el corazón apretado… escúchate.
Eso no es amor, es apego.
Y el apego duele porque nos aleja de nosotras mismas.
Ante todo, eres tú
No estás aquí para salvar a nadie.
No estás aquí para quedarte donde no hay claridad, por miedo a herir al otro.
No estás aquí para vivir a medias, esperando migajas de afecto.
Estás aquí para serte fiel.
Para elegirte, incluso cuando eso implique ver al otro sufrir un poco.
Para sostener tu verdad aunque duela.
Para no abandonarte. Nunca más.
Solo desde ahí, desde la raíz firme de tu presencia,
puedes dar un amor verdadero.
Uno que no nace de la necesidad, sino de la abundancia.
Una invitación desde el silencio
La comunicación es la base de cualquier vínculo auténtico: amistoso, casual o amoroso.
Cuando no hablamos con claridad, lo que sentimos se convierte en suposición.
Y las historias que nos contamos… pueden alejarnos de la verdad.
Haz una pausa. Respira. Y pregúntate con sinceridad:
Estoy aquí, en este momento de mi vida…
¿Deseo realmente una relación? ¿Por qué?
Escucha la respuesta no desde la mente, sino desde tu silencio.
Ahí empieza tu guía.
Tu brújula.
Tu regreso a ti.
- Saraha
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