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Reconstruir una relación sana con el cuerpo es un viaje profundo y transformador que requiere tiempo, paciencia y, sobre todo, una gran dosis de autocompasión. A menudo, la distancia que sentimos entre nuestra esencia y nuestro cuerpo viene de las heridas emocionales y físicas que nos separan de nuestra naturaleza más pura. Es un proceso en el que aprendemos a sanar, a integrar y, finalmente, a aceptarnos tal como somos. 

Vivimos en una sociedad donde los estándares de belleza impuestos por la publicidad y los medios de comunicación tienen un peso tan grande que nos desvían de lo esencial. Nos enseñan que lo físico es más importante que lo interno, que el cuerpo debe cumplir con unas medidas y características que nos alejan de nuestras cualidades intrínsecas. Crecemos con la idea de que el cuerpo es algo que necesita ser cambiado, modificado o corregido, en lugar de ser celebrado tal y como es. 

Mi relación con mi propio cuerpo no fue fácil. Fue una constante lucha, un tira y afloja, una danza de rechazo y división. Hubo momentos en los que, cuando realmente me gustaba mi cuerpo, me encontraba en la peor etapa emocional de mi vida. Recuerdo una época en la que pesaba 25 kg menos que ahora. En ese entonces, sentía que mi cuerpo estaba en su «mejor forma», pero internamente me sentía vacía, perdida, quebrada por una ruptura que había dejado cicatrices profundas. 

Aceptar mi cuerpo tal como es ha sido, y sigue siendo, uno de los mayores desafíos de mi vida. Enfrentarme al reflejo del espejo y soltar los juicios ha requerido un esfuerzo constante. Aceptar el cuerpo en su estado actual, sin expectativas ni comparaciones, es una batalla diaria. Es un proceso que significa dejar de lado los ideales de belleza ajenos y aprender a ver mi cuerpo con amor, en lugar de verlo como un enemigo. Porque, al final, ¿quién decide qué es «perfecto»? 

Hay momentos en los que no sabemos cómo tratarnos con amor. Nos han enseñado a exigirnos más, a ser más, pero no a cuidarnos desde un lugar de compasión. Es fundamental reconocer las necesidades del cuerpo y aprender a escucharlo. Cultivar el autocuidado es una forma de honrarlo: dar espacio para descansar, para moverlo, para alimentarlo con lo que necesita. Practicar la autocompasión es el primer paso hacia una conexión profunda y amorosa con uno mismo.  

Redescubrir los placeres sencillos de la vida, como un baño caliente, un abrazo, o incluso la sensación de la piel al contacto con la brisa, nos ayuda a restablecer una relación positiva con el cuerpo. Es también un acto de amor hacia nuestra sexualidad. Practicar una sexualidad consciente, respetando nuestra energía sexual, es una de las formas más profundas de honrar nuestro cuerpo y nuestra esencia. 

Sanar las heridas emocionales y los traumas no resueltos es otro paso fundamental. Esas cicatrices que el cuerpo lleva no siempre son visibles, pero están presentes en cada rincón de nuestra piel, de nuestras sensaciones. Sanar es liberarnos de esas cargas y, al hacerlo, recuperar la paz y el amor hacia nosotros mismos. 

El camino hacia una relación sana con el cuerpo también implica aprender a poner límites. A veces, el cuerpo nos dice que paremos, que descansamos, que no todo vale. Aprender a decir «no» cuando algo no nos beneficia es una manera de cuidarlo, de ponerlo en primer lugar. 

Cada cuerpo es único, tiene su propio ritmo y forma. Dejar de compararnos, dejar de desear ser otro o cumplir con expectativas ajenas es un acto de amor puro hacia uno mismo. El cuerpo no tiene que ser perfecto según los estándares del mundo, porque ya es perfecto tal como es. Y en el momento en que somos capaces de ver nuestro cuerpo con amor y aceptación, dejamos de buscar fuera lo que solo puede encontrar dentro. 

Reconstruir una relación sana con el cuerpo es un camino largo, pero cada paso nos acerca más a la paz interior. Un cuerpo sano no solo se ve bien, también se siente bien. Y la relación más profunda que puedes cultivar es la que tienes contigo misma, con tu cuerpo, que te acompaña a lo largo de la vida, en todas sus formas y transformaciones.

Saraha

Blog Sexualidad Consciente

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