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Compré mi primer juguete sexual en un viaje. No fue un capricho, fue una decisión consciente. 

Estaba en un país donde el placer se vive con naturalidad, sin culpa, y coincidió con mi momento de mayor honestidad: 

Decidí dejar de buscar parejas para sanar, para no engancharme emocionalmente y aprender a elegir desde la libertad. 

 En ese tiempo descubrí algo incómodo y hermoso a la vez: No sabemos estar solos, ni siquiera con nosotros mismos. Nos da miedo sentir placer por nuestra cuenta. Y cuando nos atrevemos… el mundo cambia. 


La primera vez: lo que nadie te dice 

Sí, al comienzo lo hice por lo que todos creen: tener un orgasmo rápido y descargar tensión. Pero el juguete me mostró un espejo brutal: No conocía mi cuerpo. No sabía lo que me gustaba. Ni siquiera sabía respirar para disfrutar. 

Entre placer y enojo, me pregunté: 

¿Cómo es posible que haya vivido tanto tiempo sin explorarme? 

¿Por qué dependía del otro para sentirme viva? 


El giro inesperado: placer consciente 

De pronto entendí: el juguete no era el placer, era la puerta para encontrarme. 

El verdadero orgasmo no está en el objeto, está en la presencia. 

El cuerpo sabe, la mente es la que estorba con sus voces: «Eso está mal», «Es sucio», «El placer es pecado». 

Voces heredadas: la mamá, la iglesia, la sociedad. 

Hasta que un día las dejé fuera… 

Y conocí otra dimensión del placer: 

✔ A través de la respiración. 

✔ A través de talleres corporales. 

✔ A través de orgasmos cósmicos (sí, sin penetración, solo energía y movimiento). 


Aliados o excusa: la pregunta incómoda 

El juguete puede ser dos cosas: 

✔ Un aliado, si lo usas para expandir tu conexión. 

✖ Una excusa, si lo usas para no sentirte de verdad. 

Porque la verdad incómoda es esta: No es el juguete, eres tú. 

Si no despiertas tu energía, ningún objeto lo hará por ti. 

Lo que aprendí (y quiero compartir contigo) 

• Antes del vibrador, explora tu respiración: abre la boca, deja que el aire llegue al vientre.  

• No busques llegar: saborea el proceso. 

 • Si tienes pareja, habla de lo que te gusta (la comunicación multiplica el placer). 

• Usa el juguete como ritual, no como anestesia. 


Hoy puedo decirlo con certeza: 

El placer no es sucio. El placer es sagrado. 

No empieza con alguien más, empieza contigo. 

Antes de buscar afuera, vuelve a tu cuerpo. Respira, siente, juega. 

Y si decides usar un juguete… que sea para celebrar tu libertad, no para llenar vacíos.  

«El mejor vibrador es la conciencia.»


- Saraha

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