Últimamente me di cuenta de algo curioso:
Me llevo increíble con personas jóvenes, también con mayores…
Pero hay una diferencia: con los jóvenes, la conexión fluye como el agua.
Me pregunté: ¿por qué pasa esto?
¿Será la edad?
No.
Es la energía.
No es cuántos años tienes, es cómo vibras
Vivimos en una sociedad que mide todo en números: cuántos años tienes, cuántos logros, cuántas etiquetas.
Pero la energía no sabe de números.
La energía reconoce la autenticidad, el movimiento, la curiosidad, la apertura al juego.
Y ahí entendí algo:
Yo soy juego.
Soy movimiento.
Soy transformación.
Y eso resuena con quienes quieren vivir sin moldes, con quienes aún sienten que la vida es una aventura.
¿Por qué atraemos a ciertas personas?
Porque nuestra energía es un imán.
Si tu energía es ligera, creativa, abierta, atraerás a quienes buscan expansión.
Si es rígida o controladora, atraerás a quienes vibran con esa estructura.
Yo atraigo almas libres, curiosas, un poco rebeldes… Y me encanta. (No, no es la edad. Es el espíritu).
Cuando entendí esto, todo cambió
Dejé de cuestionarme por qué no encajo en algunos espacios donde todo es seriedad.
No todos saben jugar, y está bien.
Pero yo no voy a apagar mi luz para encajar en moldes que no son míos.
Prefiero rodearme de quienes bailan con la vida, de quienes se atreven a reír fuerte, a sentir, a vivir.
Al final, no es cuántos años tienes… Es cuánta vida hay en tu mirada.
Y cuando esa mirada brilla, las almas que vibran igual te encuentran.
¿Y tú?
¿Con qué tipo de energía conectas más?
Saraha
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