Hay dolores que no entienden de lógica. El rechazo es uno de ellos.
Puedes leer mil libros, repetir afirmaciones, recordar que «todo pasa por algo»… pero cuando alguien dice «No», algo en ti tiembla. Como si se abriera un océano interior y te tragara.
¿Te ha pasado?
A mí, sí. Ayer mismo.
Alguien me dijo que no coincidía con mi visión, que no quería continuar conmigo. Y yo, aunque pensé que lo tenía todo bajo control, sentí esa punzada en el pecho. Esa mezcla de tristeza y miedo.
¿Y qué hice? Lo que solemos hacer:
• Llenar el día con actividades.
• Salir a trotar, ir al gimnasio.
• Llamar a amigos, prender Netflix.
• Y mi favorito: comer.
Todo eso funcionó… por unas horas. Hasta que llegó la noche. Apagué la luz y ahí estaba: ese vacío que no se tapa con ruido.
Porque, seamos honestas:
Cuando bajamos el volumen interno, subimos el ruido externo.
¿Y qué logramos?
Solo aplazar el dolor.
¿Qué pasaría si hacemos lo contrario?
Bajar el ruido externo.
Subir el volumen interno.
No es fácil. Da miedo. Se siente incómodo. Pero ahí está la llave: sentarnos con el dolor, escucharlo, permitirle estar. Porque cuando lo hacemos, descubrimos algo:
No nos mata.
Al contrario, nos libera.
El rechazo no es el enemigo. Es un espejo. Nos muestra nuestras heridas más antiguas: esa niña / ese niño que no se sintió suficiente, que aprendió a mendigar amor. Esa parte nuestra que sigue esperando una mirada que diga «te elijo».
¿Qué podemos hacer cuando duele tanto?
Aquí te comparto un ritual sencillo, pero poderoso:
✔ Escribe una carta. A esa persona, a la situación, o a tu herida. Dile todo: rabia, tristeza, miedo. Sin filtros.
✔ Léela en voz alta. Si puedes, frente a un espejo.
✔ Quémala. Con cuidado, mientras dices:
«Me permito sentir. Me permito soltar. Hoy regreso a mí.»
Hazlo como un acto simbólico.
No borra la experiencia, pero te devuelve a tu centro.
Cuando alguien dice «No»…
No es el fin del mundo. Es el inicio de un viaje hacia ti.
Porque la única persona que nunca puede rechazarte eres tú misma (mismo).
Si este tema resuena contigo, si quieres aprender a integrar el dolor y transformarlo en poder personal, escríbeme.
Te acompaño en este camino.
- Saraha
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