¿Cuántas veces soñaste con «la relación perfecta»?
Esa en la que todo fluye, sin discusiones, sin miedos, con gestos de película.
¿Y cuántas veces, cuando llega alguien real, lo miras con los ojos llenos de «deberías»?
Debería ser más cariñoso.
Debería escribir más.
Debería entenderme sin que yo hable.
La verdad es que esas expectativas no nacieron contigo.
Son herencia: de tus padres, de tus experiencias, de la sociedad.
Y lo más fuerte: esas culpas antiguas siguen saboteando tu capacidad de amar libremente.
1. La trampa del «debería» Desde pequeños aprendimos cómo «debe ser» el amor:
✔ Que dura para siempre.
✔ Que llena vacíos.
✔ Que si me ama, lo sabrá todo sin que yo pida.
Pero el «debería» es una prisión invisible.
Te impide ver al otro tal cual es: imperfecto, humano, real. Y cuando no encaja en tu molde, lo rechazas… o te rechazas a ti.
2. Culpa: la sombra que cargamos sin saber No son solo tus experiencias:
✔ Culpa heredada (lo que tu familia no resolvió: «hay que sacrificarse», «el amor duele»). ✔ Culpa social (el mito del amor romántico perfecto).
✔ Culpa propia (historias pasadas donde «fallaste» o «te fallaron»).
Todo eso crea cargas invisibles que llevas a cada relación. Y, sin darte cuenta, buscas reparar el pasado en el presente.
3. ¿Qué hacemos con esto?
✔ Observa tus «deberías»:
Cada vez que pienses «debería hacer…»
pregúntate: ¿es mío o es heredado?
✔ Abrazar la imperfección:
El amor real no es perfecto, pero es auténtico.
✔ Suelta la culpa: No estás aquí para repetir historias, sino para escribir la tuya.
Amar no es ajustar a alguien a un molde.
Es mirar y decir: «Te veo como eres… y aún así elijo quedarme.»
Cuando sueltas la carga del «debería», aparece el amor de verdad.
¿Y tú?
¿Cuántos «deberías» has cargado en tus relaciones?
Cuéntamelo en los comentarios.
- Saraha
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