Hay quienes creen que bailar es para los que saben de pasos, para los que se mueven con gracia.
Yo también lo creí… hasta que un día entendí que bailar no es para mostrar, es para soltar.
Bailar no es coreografía.
Es respiración hecha movimiento.
Es decirle al cuerpo: «Haz lo que sientas, aunque la mente no entienda.»
Cuando bailas con presencia, algo se rompe (en el mejor sentido):
✔ Se rompen los juicios.
✔ Se rompe la necesidad de gustar.
✔ Se rompe el peso del pasado.
Bailar como meditación es esto:
Mover el cuerpo para vaciar la mente.
Abrir espacio para que lo que duele salga y lo que es auténtico se exprese.
¿Cómo empezar si nunca lo hiciste?
No necesitas música perfecta ni un espejo.
Solo a ti.
1. Elige una canción que te emocione.
Algo que sientas en la piel, no en la mente.
2. Cierra los ojos.
Para dejar de bailar para afuera y empezar a bailar para adentro.
3. Deja que el cuerpo decida.
Si quiere saltar, salta.
Si quiere moverse lento, muévete lento.
No hay pasos prohibidos.
4. Respira y siente.
Cada movimiento es un diálogo con tu cuerpo.
Pregúntale:
¿Qué quieres decir hoy?
5. Termina en quietud.
Cuando termines, siéntate o recuéstate.
Escucha el eco en tu interior.
Ahí está la meditación.
Bailar no es un espectáculo.
Es una ceremonia íntima.
Cada vez que lo haces, le das permiso a la vida para moverse a través de ti.
Próxima vez que te sientas pesada, bloqueada o triste…
Pon música, cierra los ojos y deja que tu alma baile.
- Saraha
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